Periodo I - Actividad II

Actividad: Avances Tecnológicos en las Primeras Civilizaciones

Objetivo: Analizar los primeros desarrollos tecnológicos de las civilizaciones fluviales y comprender su impacto en el desarrollo humano.

Instrucciones:

  1. Dibujo principal: En una página de tu cuaderno, dibuja un paisaje de una civilización fluvial (Mesopotamia, Egipto o valle del Indo) que muestre al menos tres tecnologías mencionadas en el texto: sistema de irrigación, arado tirado por bueyes, barco con vela, carro con ruedas, o trabajos en metal (cobre/bronce).

  2. Investigación tecnológica: Para cada una de las siguientes tecnologías, investiga y explica:
    • Metalurgia del cobre y bronce: ¿Cómo extraían y trabajaban estos metales? ¿Para qué objetos los utilizaban?
    • Sistemas de irrigación: ¿Qué técnicas utilizaban? ¿Cómo transformaron la agricultura?
    • Transporte: Desarrolla cómo el carro con ruedas y los barcos con vela revolucionaron el comercio y la movilidad.
  3. Dibujo técnico: Elige una de las tecnologías (arado, sistema de irrigación, carro con ruedas o barco con vela) y realiza un dibujo detallado con sus partes identificadas, explicando su funcionamiento y materiales utilizados en la época.

  4. Análisis del impacto: En un cuadro comparativo, señala:
  5. Tecnología Problema que resolvía Impacto en la sociedad
    [Completar para cada tecnología investigada]
  6. Reflexión creativa: Dibuja cómo sería tu vida cotidiana si vivieras en una de estas civilizaciones y tuvieras que usar estas tecnologías (puedes dibujarte a ti mismo usando alguna de estas herramientas).

      Presentación: Todo el trabajo debe estar organizado de manera clara y estética en tu cuaderno, combinando texto e imágenes.


      Texto extraído del libro Historia de la tecnología de de T.K. Derry y Trevor I.Williams, Tomo I 

      LAS CIVILIZACIONES DE EGIPTO Y MESOPOTAMIA

      Hacia mediados del cuarto milenio a.C. la sociedad neolítica desarrolla, en los grandes valles de los ríos orientales, las primeras formas de civilización. Si consideramos la invención de la escritura como signo del fin de la barbarie, podemos afirmar que el hombre civilizado hace su primera aparición en Mesopotamia, si bien el más antiguo, estado civilizado de alguna importancia y con una evolución continuada fue el que apareció poco después en el valle del Nilo, donde no era difícil mantener alejados a los bárbaros intrusos; el curso de los acontecimientos en el valle del Indo es todavía poco conocido.

      La existencia de alfarería y tejidos en el período neolítico presupone un cierto grado de especialización. Pero el artesano especialista sólo puede mantenerse si los, productores de alimentos están organizados de tal forma que puedan proveer con regularidad un excedente, lo que no pudo conseguirse en cantidades significativas fuera de las riberas de los grandes líos, donde las cosechas eran más abundantes y más fácil la acumulación de un excedente. Las inundaciones naturales enseñaron al hombre las ventajas de la irrigación; el obstáculo principal a su práctica sistemática y ordenada era la natural dejadez e indiferencia del hombre frente a objetivos a largo plazo. Los hallazgos indican que la ciudad sumeria crecía en torno al templo: el excedente era destinado a la propiciación del dios; la tierra se convirtió en su tierra; sus sacerdotes fueron la primera clase ociosa; y las artes que se desarrollaban en su honor marcaron el comienzo de la civilización y del progreso técnico. Por otro lado, en Egipto, el ímpetu originario procedió al parecer, no del miedo y del temor del hombre a la divinidad, sino de la forzada sumisión a un conquistador humano y de la natural ambición por el poder. Con todo, la diferencia es más aparente que real. El jefe del clan del Halcón, que unificó por primera vez el valle del Nilo, se convirtió en dios, en el origen de la fertilidad, don del río, y como tal, habilitado para percibir tributos de los habitantes de sus orillas. Al no existir un templó que sirviese de núcleo, las ciudades crecieron en un principio más lentamente, aunque el papel de los funcionarios del faraón, consistente en acumular y administrar los excedentes del producto de la tierra, fue esencialmente el mismo que el del clero sumerio.

      Para comprender cómo se llevaron a cabo los impresionantes logros tecnológicos de las primeras civilizaciones es importante saber que, aun cuando el que trabajaba la tierra era considerado más como hombre libre que como siervo, se exigía habitualmente el trabajo forzado en las obras públicas, costumbre que se mantenía aún en Egipto cuando Lesseps comenzó las excavaciones del canal de Suez. Asimismo, podemos trazar, a partir de esta época, la evolución de la esclavitud, que tiene su origen en el momento en que por primera vez resultó rentable mantener vivos a los cautivos, ya que su trabajo resultaba más valioso que su mantenimiento. Las guerras producían su cuota de botín humano; pronto los Mercaderes comerciaron con un artículo que podía ir por su pie al mercado; y en el seno de la comunidad la esclavitud fue, habitualmente, el destinó del criminal o del deudor. Los esclavos del dios o de su templo, así como los del rey o de su Estado, proporcionaron una gran masa de trabajadores, a veces bien adiestrados y con frecuencia cruelmente explotados. Asimismo, a lo largo de la historia antigua casi todas las referencias a la agricultura o a la industria en los países Civilizados deben relacionarse con el empleo de esclavos, generalmente en grupos pequeños, al lado de los campesinos y artesanos que gozaban de diferentes grados de libertad personal.

      Se afirma que el cobre fue el primer lujo que se convirtió en necesidad. Por consiguiente, la evolución de la civilización durante el tercer milenio a.C. trae consigo un lento incremento en el uso del cobre y del bronce aleación este último de cobre y estaño. Después del descubrimiento del arado tirado par bueyes y de la irrigación de los campos entre los productores de alimentos del Neolítico, así como de la nave de remos, el más importante sistema de ahorrar fuerza de trabajo inventado por el hombre civilizado fue, probablemente, el carro de ruedas y la vela,(p. 277). 


      Fig 2. Los imperios antiguos y la Grecia clásica, con la ubicación de los lugares mencionados en el texto


      En cuanto a la maestría artística del artesano ocupado en trabajos delicados, Egipto, aun antes de su unificación, producía magníficas tallas de marfil, mientras que las tumbas reales de la Ur sumeria muestran que la mayoría de las técnicas empleadas a lo largo de la historia del trabajo artístico del metal se usaban ya hacia el 2500 a.C. Respecto a la construcción, también los sumerios, ya por aquel entonces, habían erigido templos de ladrillo de medidas muy poco inferiores a las de los famosos ziggurats, cuyas ruinas sobreviven a partir del período siguiente. De todos modos, las primeras dinastías de Egipto, como quiera que contaban con piedra para trabajar, dejaron un monumento que no necesita la ayuda del arqueólogo para interpretar su esplendor: han pasado cerca de cincuenta siglos desde que se erigió la Gran Pirámide de Gizeh sobre el cuerpo momificado de Keops, y sin embargo sigue siendo la tumba más impresionante del mundo. Tanto en Mesopotamia como en Egipto, el tercer milenio, que había comenzado con tan brillantes perspectivas para la humanidad, finalizó, en desastre político y en un estancamiento tecnológico. El primero de los grandes jefes semitas, Saigón el Grande de Akkad (fig. 3), trajo consigo al primero de una serie dé pueblos conquistadores (acadios, amoritas, kasitas) desde el hinterland del delta del Tigris y del Éufrates. Todos ellos construyeron su civilización sobre bases sumerias, si bien Hammurabi, el gran legislador y administrador amorita, hizo de la ciudad de Babilonia la más importante de toda la región. Un cilindro de piedra, de dos metros y medio de altura y de apretada escritura, conserva su código legislativo, y sus cartas nos presentan al propio hombre. Pero los invasores hititas, provenientes del noroeste, y los kasitas, del nordeste, derrocaron a sus sucesores, tras lo cual Babilonia, bajo dominio kasita, volvió a caer durante mucha siglos aja barbarie. Mientras tanto, en Egipto, la autocracia altamente centralizada de los faraones que habían erigido las primeras pirámides dio paso a una época feudal, que para nosotros se caracteriza por las bellas tumbas nobiliarias excavadas en la roca. Los faraones del Imperio Medio conduje sus huestes feudales Nilo arriba con el fin de conquistar Nubia, y en las proximidades de sus fronteras nacionales se apropiaron de nuevos territorios por medio de vastos trabajos de irrigación, aprovechando las aguas del lago Qarun, en El Fayún. Hacia el 1700 a.C. el reino cayó bajo el dominio de los hicsos o reyes pastores, jinetes nómadas provenientes del Asia occidental; con su expulsión, hacia el año 1580 a.C., se inició el Imperio Nuevo.


      Fig 3. Cabeza de Bronce de Sargón

      Este imperio, que controlaba numerosas naciones, se extendía desde la cuarta catarata del Nilo hasta el Eufrates. Fue, también un imperio en el sentido de que dependía del poderío militar, del poderío de los carros de guerra, que se afirmó, con fortuna desigual, contra enemigos tan poderosos como los hititas. Para nosotros, con todo, su interés radica principalmente en sus triunfos estéticos. Entre los templos de Tebas, que se había. convertido ya en la capital de Egipto, se halla, por ejemplo, el Gran Vestíbulo de Kárnak, única nave de 100 x 52 metros, tan amplia como la catedral de Notre Dame, que sigue siendo aún hoy el mayor recinto con columnas del mundo. Junto a ella, la tumba de Tutánkhamón marca el nivel de los logros conseguidos en las bellas artes en la Edad del Bronce, y no sólo en el trabajo del oro y de la plata, en el de los metales semipreciosos y en el del marfil sino en el de los maravillosos muebles torneados que allí se han encontrado, los cuales no tienen rival en la técnica europea hasta el Renacimiento. Al mismo tiempo, un nuevo estilo realista del retrato nos muestra al faraón, no solamente como gobernante divinizado, sino como hombre y amante cuya suerte es tan frágil como la nuestra. Así podemos participar por un instante del pathos de una civilización que había alcanzado tal perfección ya antes del nacimiento de Moisés y que, si bien sus treinta dinastías se prolongaron hasta la época de Alejandro Magno, tuyo su apogeo hace más de 3.000 años.

      Al ser el progreso la excepción, y no la regla, en las comunidades humanas, no tiene tanta importancia que especulemos sobre las razones de su detención entre los antiguos egipcios, como que' observemos de qué modo los avances tecnológicos llevados a cabo en el Oriente Próximo fueron difundiéndose por grados, cada vez más ampliamente, hasta penetrar en Europa. Ni Mesopotamia ni Egipto poseían unos recursos suficientes que les hubiese permitido desarrollar sus civilizaciones sobre la base de la autarquía. Nunca se habían autolimitado en lo que respecta a la madera, a los metales o incluso al marfil: en el segundo milenio a.C. el desarrollo de barcos más grandes y de un transporte terrestre organizado alentó un ulterior esfuerzo para satisfacer sus necesidades por medio de importaciones. Al intercambiar los productos de su tecnología superior por materias primas estimularon la imitación. Además, tanto en la antigüedad como en los tiempos modernos las necesidades comerciales estimularon también con frecuencia las ansias de conquista, las cuales, asimismo, dejaron su sello en la vida de los pueblos vecinos aun mucho después de que la marea conquistadora hubiera retrocedido. La agresión provocó la contra agresión:. algunos invasores bárbaros fueron absorbidos, en ocasiones, por las sociedades de ambos imperios (pp. 18 y 313); otros chocaron con ellos, aprendieron de ellos y conservaron su independencia.

      Entre estos últimos, los más importantes para nuestro estudio son los hititas de Asia Menor, el primero de los pueblos indoeuropeos que salió a la luz de la historia. Oponiendo armas de hierro a las de bronce, arrebataron provincias enteras a ambos imperios, y durante varios siglos, hacia mediados del segundo milenio, erigieron el tercero de los grandes estados civilizados, que se extendía por el sur hasta Palestina y por el este hasta el Eufrates. Su centro fue Bogazkoy, en las montañas de Anatolia, que en sus mejores tiempos fue una ciudad mayor, con mucho, que Babilonia, y que  fue construida allí donde la madera y la piedra eran abundantes. Como disponían de considerable aprovisionamiento de plata, que desde hacía largo tiempo había sustituido al grano como medio de cambio, es evidente que los hititas acuñaron las primeras monedas, y difundieron esta técnica hacia el oeste. Así, la civilización llegó hasta las proximidades de Europa por tierra, aunque como veremos, su difusión en ese continente estaba destinada a hacerse básicamente por mar.

      Pero sería conveniente continuar con la historia de los imperios orientales, al menos hasta el primer revés sufrido a manos de Occidente. Hacia el 1200 a.C. la  caída del reino hitita coincidió aproximadamente con el surgimiento del poderío asirio —y en parte fue consecuencia de éste—. Durante un cierto tiempo ,su eclosión fue contrarrestada, pero finalmente los asirios se apoderaron de Babilonia, arrasaron a las diez tribus de Israel y mantuvieron cautivas a las tribus de Judá y Benjamín. En la época del llamado Sargón II (722-ca. 670 a.C.) —la elección de su nombre es significativa— se fundó en Nínive el imperio más extenso de los que surgieron nunca en Asia occidental. Los asirios hicieron amplio uso de la piedra, tanto para revestimientos de mampostería en sus colosales edificios de ladrillo como para sus esculturas en relieve. Las figuras de animales que crearon fascinan aún hoy a los occidentales, aunque fueron sus ejércitos, provistos de armas de hierro, y sus arietes (fig. 4) los que más impresionaron a sus contemporáneos. Llevaron a cabo un inmenso intercambio con Oriente y Occidente, utilizando el idioma de un pueblo conquistado, los arameos de Siria, como lengua comercial. De la India trajeron la planta del algodón para adornar el parque de Senaquerib; gracias a su comercio con Asia Menor llegaba la plata de Cilicia, empleada por ellos como medio de cambio. Cuando Nínive cayó ante los medos y los caldeos en el 612 a.C. dejó una tradición de imperio mundial cuyos efectos perdurarían hasta el surgimiento de Roma.

      El Imperio neobabilonio o caldeo, que le siguió, fue el de Nabucodonosor, que condujo a los judíos cautivos a Babilonia, ciudad adornada con los jardines colgantes, con el templo que inspiró la torre de Babel y con la puerta de Istar, aún visible (fig. 64). Recuerdo de mayor duración fueron., con todo, los datos astronómicos obtenidos de manera muy cuidadosa, acumulados durante muchos siglos sin utilizar el telescopio u otro tipo de cronómetro, sobre los que iba a basarse ampliamente la astronomía griega. La decadencia de Babilonia comienza con su conquista en el 539 a.C. por Ciro el Grande, fundador del Imperio persa, que había llegado hasta el rico reino de Lidia, en el Asia Menor occidental. El segundo de su dinastía conquistó Egipto, el tercero extendió la dominación persa hasta el Danubio. Su poder se fortaleció con la institución de una famosa red de rutas postales y de estaciones. Los persas, que se hallaban también en su elemento en el mar, enviaron sus barcos al océano Indico, intentaron poner de nuevo en funcionamiento un antiguo canal egipcio con el fin de unir el mar Rojo al Mediterráneo y organizaron la gran invasión de Europa por mar descrita por Heródoto. El Imperio persa, que eclipsó a todos sus predecesores tanto por su extensión como por su poderío y por la gloria de los enormes complejos arquitectónicos de Persépolis y Susa, dio a Oriente casi dos siglos de paz. No sufrió una nueva sacudida hasta la penetración de los ejércitos de Alejandro Magno, el cual, cuando la misma Grecia había pasado su cenit, gastó la fuerza de su juventud contra civilizaciones que ya eran viejas cuando Grecia era aún joven.

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